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jueves, 20 de marzo de 2025

Fracasos de FIV

¿Qué causa que un ciclo de FIV falle?

La FIV se ha convertido en una piedra angular de las tecnologías de reproducción asistida (TRA), ofreciendo esperanza a las parejas que enfrentan problemas de infertilidad. Sin embargo, no lograr un embarazo clínico después de múltiples ciclos de FIV puede causar un estrés emocional, físico y financiero significativo. El fracaso repetido de la FIV, comúnmente definido como tres o más ciclos fallidos, requiere una evaluación exhaustiva para identificar las causas subyacentes (Zegers-Hochschild et al., 2017).

Si bien el objetivo de cualquier tratamiento de fertilidad es obtener un resultado positivo, también es importante aceptar que algunos tratamientos pueden fallar. Cuando se enfrenta a un fracaso, es fácil perderse en las emociones y tener pensamientos negativos abrumadores. Sin embargo, una cosa importante que debe tener en cuenta es que, a veces, después de un ciclo de FIV fallido, puede ser posible encontrar pistas que conduzcan a un tratamiento más eficaz más adelante. Si bien las pruebas de infertilidad brindan una muy buena imagen de su estado de fertilidad, es posible que no siempre predigan con éxito cómo responderán sus ovarios a ciertos medicamentos o cómo resultará la calidad de los óvulos. Un ciclo de FIV fallido, aunque deprimente, puede brindar información extremadamente útil a su especialista en FIV, como su respuesta ovárica, la calidad de los óvulos, las tasas de fertilización y la calidad del embrión. En función de estas características observadas, se puede planificar un ciclo futuro con más detalle en un intento de corregir el problema o los problemas que podrían explicar por qué su tratamiento puede haber fallado.

Después de un ciclo de FIV fallido, será importante que su especialista en FIV revise su expediente y correlacione los resultados de las pruebas anteriores con los detalles del ciclo fallido. Será esencial ver si los resultados del ciclo medidos coincidieron con la evaluación de infertilidad previa al ciclo. Si las expectativas previas al ciclo no se cumplieron con los resultados del ciclo medidos (como la cantidad de óvulos, la calidad de los óvulos, la calidad de los espermatozoides, las tasas de fertilización, las tasas de formación de embriones por división, las tasas de formación de embriones por blastocisto), su especialista en FIV puede solicitar pruebas adicionales para poder explicar la discrepancia.

Los fracasos repetidos de la fertilización in vitro (FIV) siguen siendo un desafío importante en la medicina reproductiva. A pesar de los avances en las técnicas, comprender por qué un paciente puede experimentar fracasos repetidos de la FIV no es una pregunta fácil de responder incluso con algunas pruebas avanzadas. Revisaremos algunas causas principales de los fracasos de la FIV, que abarcan factores embriológicos, uterinos y sistémicos, junto con las contribuciones masculinas e influencias externas.

1. Factores embriológicos y de laboratorio


1.1 Mala calidad del embrión

La calidad de los embriones es fundamental para el éxito de la FIV. Las anomalías genéticas en los embriones, como la aneuploidía, son comunes y aumentan con la edad materna (Fragouli y Wells, 2012). Las evaluaciones morfológicas y las pruebas genéticas preimplantacionales para detectar aneuploidía (PGT-A) pueden brindar información, pero incluso los embriones morfológicamente normales pueden albergar defectos genéticos (Alfarawati et al., 2011). La calidad de los embriones está determinada por su potencial de desarrollo, su integridad genética y su capacidad para implantarse en el revestimiento uterino.

Los embriones que se desarrollan demasiado lenta o demasiado rápidamente suelen considerarse de mala calidad. Por ejemplo, un embrión que no alcanza la etapa de blastocisto el día 5 puede tener una viabilidad reducida. Esta asincronía puede provocar un desajuste entre la etapa de desarrollo del embrión y la receptividad del revestimiento uterino, lo que conduce a un fracaso de la implantación.

Los embriones de mala calidad tienen más probabilidades de tener anomalías cromosómicas (por ejemplo, aneuploidía, donde hay un número incorrecto de cromosomas). Los embriones con aneuploidía a menudo no se dividen correctamente, lo que lleva a una detención del desarrollo o un fallo de implantación. Incluso si se produce la implantación, las anomalías cromosómicas son una de las principales causas de pérdida temprana del embarazo. Los embriones con anomalías estructurales o genéticas a menudo no se adhieren al revestimiento uterino. Este es un paso fundamental para establecer el embarazo. Los embriones en etapa de blastocisto con una morfología deficiente (tamaño celular anormal, fragmentación o masa celular interna mal definida) tienen menos probabilidades de implantarse con éxito. La detección de anomalías cromosómicas en los embriones puede mejorar la selección de embriones viables para la transferencia de embriones, lo que reduce la probabilidad de transferir embriones que pueden tener problemas cromosómicos. Puede encontrar más información en nuestra página “Pruebas genéticas preimplantacionales" página.

La fragmentación también puede ser un problema en lo que respecta a la calidad del embrión. La fragmentación se refiere a pequeños fragmentos de restos celulares que se forman dentro del embrión durante la división celular. Las tasas altas de fragmentación reducen la calidad general del embrión, lo que impide la comunicación y el funcionamiento normal de las células.

En general, los embriones de mala calidad pueden carecer de la maquinaria celular y la energía necesarias para dividirse y desarrollarse hasta convertirse en un feto viable. Esto incluye una función mitocondrial subóptima o una programación epigenética inadecuada durante el desarrollo. A veces, pueden observarse problemas estructurales en un embrión en desarrollo. Por ejemplo, la zona pelúcida (capa externa del embrión) puede ser demasiado gruesa, lo que impide la eclosión y la implantación. Las anomalías en la masa celular interna o el trofectodermo (la parte del embrión que forma la placenta) también pueden afectar la capacidad del embrión para implantarse y mantener el embarazo.

1.2. Condiciones del laboratorio

Las condiciones de cultivo, la composición de los medios o las fluctuaciones de temperatura subóptimas en el laboratorio de embriología pueden afectar el desarrollo del embrión (Swain, 2019). Incluso las inconsistencias menores en los procedimientos pueden comprometer el potencial de implantación. Sin embargo, con la tecnología actual, las condiciones de laboratorio están bien monitoreadas y controladas en la mayoría de los laboratorios de FIV.

2. Factores uterinos


2.1 Anomalías estructurales

Las anomalías uterinas, como fibromas, pólipos, adherencias y malformaciones congénitas, pueden impedir la implantación del embrión (Pundir y El-Toukhy, 2010). La histeroscopia u otros medios de diagnóstico por imágenes se utilizan a menudo para diagnosticar y posiblemente tratar estas afecciones.

2.2 Receptividad endometrial

La ventana de implantación (VII) representa un período limitado en el que el endometrio es óptimamente receptivo. Las variaciones en el momento de la VII o la endometritis crónica pueden perjudicar la implantación, lo que requiere enfoques personalizados (Díaz-Gimeno et al., 2013). Los enfoques más recientes incluyen la inyección de factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF) o plasma rico en plaquetas (PRP) en el endometrio aproximadamente 2-3 días antes de una transferencia de embriones cuando el grosor o la apariencia del endometrio se convierten en una preocupación.

2.3. Desregulación inmunológica

Las respuestas inmunitarias uterinas anormales, incluido un desequilibrio de las células asesinas naturales uterinas (uNK), se han relacionado con los fracasos recurrentes de la FIV (Kwak-Kim et al., 2012). Sin embargo, las poblaciones de NK detectadas en los análisis de sangre pueden no correlacionarse necesariamente con las poblaciones de NK detectadas dentro del tracto reproductivo. Por lo tanto, a veces estas pruebas pueden no ser útiles para fines diagnósticos o terapéuticos. Las pruebas inmunitarias avanzadas pueden resultar bastante costosas. En algunos casos, se pueden tomar medidas profilácticas sin realizar pruebas tan invasivas y costosas.

3. Factores sistémicos y hormonales


3.1. Edad materna y reserva ovárica

La edad materna avanzada se correlaciona con una reserva ovárica reducida, una peor calidad de los ovocitos y mayores tasas de aneuploidía embrionaria (Broekmans et al., 2009). Pruebas como la hormona antimülleriana (AMH) y el recuento de folículos antrales (AFC) ayudan a evaluar la reserva ovárica.

Factores como la mala calidad de los óvulos, la edad materna avanzada y un estilo de vida poco saludable pueden afectar la calidad del embrión. Abordarlos mediante la nutrición, suplementos (por ejemplo, CoQ10, fisetina, Omega-3, NMN, etc.) y cambios en el estilo de vida puede ayudar. Consulte nuestra sección “Protocolo antienvejecimiento de ovocitos” para obtener más información.

Los pacientes en grupos de edad más avanzados pueden necesitar considerar ciertas opciones alternativas como: PRP ovárico, Terapia de reemplazo mitocondrial y posiblemente Tratamiento de FIV con óvulos de donante.

3.2 Trastornos endocrinos

Afecciones como la disfunción tiroidea, el síndrome de ovario poliquístico (SOP) y la hiperprolactinemia pueden alterar el entorno hormonal necesario para una implantación exitosa (Palomba et al., 2015). Optimizar estas condiciones es esencial antes de iniciar la FIV. Por eso, antes de cualquier tratamiento de FIV, se debe incluir una evaluación endocrina que incluya FSH, LH, AMH, prolactina, TSH y fT4.

3.3. Trombofilia y problemas de coagulación

Las enfermedades trombofílicas hereditarias o adquiridas, como el síndrome antifosfolípido, pueden provocar un desarrollo placentario deficiente y fallos recurrentes de implantación (Rai y Regan, 2006). La terapia anticoagulante puede ser beneficiosa en casos seleccionados después de una evaluación exhaustiva por parte de un especialista en FIV.

4. Contribuciones del factor masculino

4.1 Calidad del esperma

La mala calidad de los espermatozoides, en particular los altos niveles de fragmentación del ADN, pueden contribuir a resultados deficientes en la fertilización y el desarrollo del embrión (Simon et al., 2017). Puede encontrar más información sobre la salud de los espermatozoides y los problemas relacionados con ellos en nuestro sitio web “Protocolos antienvejecimiento de los espermatozoides”. En los casos en los que la fragmentación del ADN de los espermatozoides es un problema, se pueden utilizar métodos avanzados de selección de espermatozoides como “Clasificación celular activada magnéticamente” se puede emplear para reducir la probabilidad de seleccionar espermatozoides genéticamente anormales.

4.2 Anomalías epigenéticas y cromosómicas

Hay nuevas evidencias que sugieren que los cambios epigenéticos de los espermatozoides y las anomalías cromosómicas también influyen en los fracasos recurrentes de la FIV (Zini et al., 2011). La detección de anomalías cromosómicas en los embriones puede mejorar la selección de embriones viables para la transferencia de embriones, lo que reduce la probabilidad de transferir embriones que puedan tener problemas cromosómicos. Puede encontrar más información en nuestra página “Pruebas genéticas preimplantacionales" página.

5. Factores externos y de estilo de vida


5.1. Exposiciones ambientales

La exposición a toxinas, como las sustancias químicas disruptoras endocrinas (EDC), puede afectar negativamente la calidad de los gametos y las tasas de implantación (Hannon y Flaws, 2015).

5.2 Factores relacionados con el estilo de vida

La obesidad, el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol están relacionados con una menor fertilidad y con tasas de éxito de la FIV. Las intervenciones en el estilo de vida pueden mejorar significativamente los resultados (Bellver et al., 2013).

5.3. Estrés psicológico

La carga psicológica de la infertilidad y la FIV en sí pueden perjudicar los resultados a través de vías neuroendocrinas, aunque los hallazgos siguen sin ser concluyentes (Matthiesen et al., 2011).

Los fracasos repetidos de la FIV suelen ser consecuencia de una combinación de factores, lo que requiere un enfoque multidisciplinario para el diagnóstico y el tratamiento. Las innovaciones en las pruebas diagnósticas, la medicina personalizada y las técnicas de reproducción asistida prometen mejorar los resultados. Los médicos también deben tener en cuenta el bienestar emocional de los pacientes y ofrecer una atención integral para optimizar los resultados médicos y psicosociales.

La adaptación de los protocolos a cada paciente puede dar como resultado óvulos y embriones de mejor calidad. Para ello, nuestro equipo de FIV analizará detenidamente sus protocolos de FIV anteriores y diseñará un protocolo personalizado que probablemente nos proporcione resultados más óptimos. En algunos casos, cuando la actividad ovárica de una mujer ha disminuido sustancialmente, se pueden planificar múltiples recuperaciones de óvulos para maximizar la cantidad de embriones obtenidos, aumentando así la posibilidad de obtener embriones viables para la transferencia de embriones.


Referencias:

Alfarawati, S., Fragouli, E., Colls, P., et al. (2011). Relación entre la morfología del blastocisto, la anomalía cromosómica y el género del embrión. Fertilidad y esterilidad, 95(2), 520–524.

Bellver, J., Rossal, LP, Bosch, E., et al. (2013). Obesidad y riesgo de aborto espontáneo después de FIV o ICSI. Actualización sobre reproducción humana, 19(3), 252–265.

Broekmans, FJ, Knauff, EA, Valkenburg, O., et al. (2009). Envejecimiento reproductivo femenino: conocimiento actual y tendencias futuras. Tendencias en endocrinología y metabolismo, 18(2), 58–65.

Díaz-Gimeno, P., Ruiz-Alonso, M., Blesa, D., et al. (2013). La precisión y reproducibilidad del array de receptividad endometrial es superior a la histología como método diagnóstico de la receptividad endometrial. Fertilidad y esterilidad, 99(2), 508–517.

Fragouli, E., y Wells, D. (2012). Detección de aneuploidía para la selección de embriones. Seminarios en Medicina Reproductiva, 30(4), 289–302.

Hannon, PR, & Flaws, JA (2015). Los efectos de los ftalatos en el ovario. Fronteras en Endocrinología, 6, 8.

Kwak-Kim, J., Yang, KM y Gilman-Sachs, A. (2012). Pérdida recurrente del embarazo y fallo recurrente de implantación: mecanismos inmunitarios. Obstetricia y ginecología clínica, 55(3), 914–927.

Matthiesen, SM, Frederiksen, Y., Ingerslev, HJ, et al. (2011). Estrés, angustia y resultados de la tecnología de reproducción asistida (ART): un metanálisis. Reproducción humana, 26(10), 2763–2776.

Palomba, S., Santagni, S., Falbo, A., et al. (2015). Complicaciones y desafíos asociados con el síndrome de ovario poliquístico: perspectivas actuales. Revista Internacional de Salud de la Mujer, 7, 745–763.

Pundir, J., y El-Toukhy, T. (2010). Factores uterinos en el fracaso recurrente de implantación. Opinión actual en obstetricia y ginecología, 22(3), 229–234.

Rai, R., y Regan, L. (2006). Aborto espontáneo recurrente. La Lancet, 368(9535), 601–611.

Simon, L., Brunborg, G., Stevenson, M., et al. (2017). Implicaciones clínicas del daño del ADN del esperma en la reproducción asistida. Reproducción humana, 32(7), 1309–1317.

Swain, JE (2019). Optimización del entorno de cultivo en el laboratorio de FIV: impacto del pH y la temperatura en la calidad de los gametos y embriones. Biomedicina reproductiva en línea, 38(3), 283–291.

Zegers-Hochschild, F., Adamson, GD, de Mouzon, J., et al. (2017). Glosario internacional sobre infertilidad y cuidados de fertilidad. Fertilidad y esterilidad, 108(3), 393–406.

Zini, A., Bielecki, R., Phang, D., et al. (2011). Pruebas de integridad del ADN del esperma: aspectos clínicos e implicaciones. Revista de Andrología, 32(2), 151–165.

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